La artillería naval es el conjunto de armas de guerra de un buque pensadas para disparar a largas distancias empleando una carga explosiva impulsora.
POLÍTICA NAVAL ESPAÑOLA EN LOS AÑOS TREINTA.
La política naval de cualquier nación consiste en determinar cuáles han de ser las líneas de acción necesarias, tanto de medios navales militares como comerciales, para llevar a buen fin la consecución de los objetivos marítimos nacionales en cada momento histórico.
Por tanto la Armada es la encargada de garantizar y defender en caso de conflicto el que las corrientes de tráfico propio continúen funcionando, y al mismo tiempo interfiriendo las del enemigo. Este concepto tan simple es el prioritario en la guerra naval y es conocido como “Dominio del mar”.
Consecuentemente con este concepto básico, se hacen precisas las siguientes condiciones: unos objetivos nacionales claramente definidos, una política exterior que sirva a estos objetivos, voluntad de llevarlos a cabo, medios económicos de acuerdo con las necesidades, industria capaz de ejecutarlos y contar con una clase política que recoja las necesidades estratégicas navales nacionales.
En España, prácticamente, ninguna de estas condiciones se cumplió en el periodo histórico que va desde 1.898 a 1.936, decisivo en la vida nacional y especialmente para la Armada. Pero a pesar de todas las diferencias añadidas, la capacidad del pueblo español fue una realidad y por ello causa una mezcla de sensaciones entre la tristeza y el asombro.
Tristeza al contemplar la falta de líneas directrices y de medios que han caracterizado la política naval española durante cuarenta años transcurridos desde la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas; asombro, pues a los diez años justos Maura y Ferrándiz, con su “Programa Naval”, pudieron poner los cimientos de una nueva Armada, que la Primera Guerra Mundial había de frenar en su desarrollo, pero que la voluntad del almirante Miranda y los programas posteriores de la dictadura del general Primo de Rivera, demostrando una gran constancia y fe en el porvenir naval, hicieron realidad con la construcción de una serie de unidades, hasta conseguir una Armada muy bien equilibrada en sus medios navales de superficie, aéreos y submarinos, que, en el año 1.936, llegó a ocupar en el conjunto mundial el sexto lugar entra las principales Marinas del momento.
Fue en esta etapa cuando se inicia el ocaso de las hostilidades de la Gran Guerra cuando la Armada se moderniza en todos los aspectos, tanto técnicos como en la formación de su personal, dando el salto en el aire, nace la Aeronáutica Naval y el Arma Submarina. La fundación de la Escuela de Guerra Naval en 1.925, complemento natural al Estado Mayor de la Armada, se pusieron los cimientos de una estructura orgánica moderna.
Los objetivos navales de España en esos años cruciales de tensiones, principalmente en el Mediterráneo, determinaron la constitución de la Escuadra en relación a los tres elementos que la formaban: buques de superficie, submarinos y medios aéreos. Acorazados, cruceros y destructores que en los años de la República formaron un contingente de buques muy modernos en cantidad suficiente para ser considerada una fuerza respetable. Los medios submarinos constituidos por los tipos “B” y “C” que en número de doce unidades, junto con la Aeronáutica Naval, proporcionaban a España un peso considerable a nivel mundial.
Esta fuerza se puede considerar como la actual de Acción Marítima, aunque descentralizada por no existir un mando único, y operaba con total independencia de los mandos jurisdiccionales.
En todo este periodo de tiempo será la Escuadra la fuerza más importante de la Armada, con medios modernos en cuanto a cruceros y destructores.
Se puede decir, sin caer en un falso triunfalismo, que la Marina concebida en la década de los años veinte al treinta tiene durante los años previos al Alzamiento Nacional del 18 de julio, una preparación y unos medios navales muy modernos. La dinámica que se produce a raíz del final de la campaña de Marruecos era fundamental para la reorganización de una Marina que, hasta estos años se había dedicado a mantener intensos cruceros de vigilancia y de apoyo artillero al Ejército, sin un papel netamente naval.
Las nuevas condiciones internacionales y la entrada en servicio de modernas unidades serán determinantes para la Armada Española alcance su valor más álgido en lo que se llevaba del siglo XX, con una fuerza naval moderna y equilibrada en sus medios y un personal bien preparado técnicamente.
BIBLIOGRAFÍA:
JOSÉ MARÍA MANRIQUE GARCIA Y LUCAS MOLINA FRANCO. LAS ARMAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.