La artillería naval es el conjunto de armas de guerra de un buque pensadas para disparar a largas distancias empleando una carga explosiva impulsora.
PROGRESOS DE LA ARTILLERÍA HASTA EL SIGLO XIX EN QUE EN EL AÑO 1.860, SE SUSTITUYEN LAS PIEZAS DE ÁNIMA LISA POR LAS DE ÁNIMA RAYADA:
En realidad la auténtica revolución en la Artillería Naval llega en la primera mitad del siglo XIX. En 1.822, el coronel de artillería francés Henri Joseph Paixhans publica el libro “Nouvelle force maritime” donde se preveía que el futuro de las marinas serían los buques acorazados movidos por vapor y de los proyectiles explosivos. Este coronel diseñó el proyectil cilíndrico cargado de explosivo que sustituirían a las viejas balas esféricas y macizas. La primera constatación de esta teoría se produjo en 1.853 cuando la flota rusa, dotada de proyectiles del sistema Paixhans, destrozó a la flota turca en Sinope.
La Artillería inglesa, después de combatir este adelanto, negando completamente las ventajas adoptadas por el sistema Paixhans, no pudo menos de entrar en la misma vía, adoptando para el armamento de los buques, además de los cañones de a 68 (20 cms).
Nuestra artillería de marina no se ocupó en perfeccionar, como debía, los obuses de Rovira, y en la necesidad de mejorar sus bocas de fuego, copió en parte de la inglesa, reformando, o mejor dicho, variando las dimensiones de algunas de ellas.
Los Estados Unidos de América, amantes siempre de las piezas de grueso calibre, armaron sus fragatas con obuses largos Dahlgren, y colombiadas, y en un corto plazo de tiempo se generalizaron por todas partes, más o menos modificadas estas bocas de fuego.
La superioridad del ataque sobre la defensa vino a aumentar con la adopción de los cañones rayados. Su mayor exactitud y alcance, les permite llevar los efectos destructores de los proyectiles huecos a largas distancias. Paixhans, sin embargo, había indicado el medio único de restablecer el equilibrio, hasta que las primeras baterías flotantes blindadas, presentadas por los franceses en el bombardeo de Kinburn, tuvieron ocasión de probar su resistencia, no transcurriendo mucho tiempo hasta la aparición en Francia de la “Gloire”, con asombro y admiración de todas las naciones marítimas.
El estudio de los cañones de grueso calibre lisos o rayados a cargar por la boca o por la culata, se ensayaron en todas partes y variados sistemas y a continuación se reseñan los que mayor importancia han adquirido, habiendo sido adoptados para el servicio después de sufrir las modificaciones que se creyeron convenientes:
Cañones Armstrong.-
Los cañones Armstrong no son más que una serie de tubos concéntricos de hierro forjado, que se introducen unos dentro de otros. Los diferentes tubos de que se compone cada cañón, excepto la pieza de culata y la de los muñones, están formados de varias barras trapezoidales, cuya sección se sueldan por uno de los extremos dos o más, hasta constituir una de la longitud necesaria, ésta se calienta en un horno de reverbero, cuyo hogar tenga la extensión suficiente, y se arrolla en espiral sobre un cilindro, que recibe de una máquina de vapor un movimiento lento de rotación.
Cañones ingleses o de Woolwich.-
Estos cañones construidos bajo los mismos principios que los Armstrong, de los que se diferencian muy poco, han sufrido algunas modificaciones, aumentando su resistencia a los esfuerzos longitudinales por la sustitución del tubo interno de hierro forjado, con otro de acero y variando algunos otros detalles de su fabricación especial. De esta clase, y de los calibres de 250 y 180, han sido adquiridos para el servicio de nuestra Marina.
Cañones transformados. Sistema Palliser.-
La necesidad de rayar la artillería para hacerla más potente, y la no menor de utilizar una gran parte de las piezas de fierro fundido, de calibres bastante considerables y en buen estado de servicio, hizo renacer la idea de reforzarlas colocándoles uno o más órdenes de sunchos de hierro forjado, sobre su superficie exterior, y la de barrenarlas a mayor calibre a fin de poder introducirlas un alma de hierro forjado o acero, garantizándose por ambos medios su mayor resistencia. En el Segundo método, ensayado en Inglaterra por los años 60 al 62, no dio en un principio muy satisfactorios resultados; pero el estudio y la constancia del Mayor Palliser para mejorar el procedimiento, al mismo tiempo que la fabricación de las almas, ha hecho cambiar por completo la cuestión, mereciendo este sistema ser preferido en la actualidad.
Cañones Withworth.-
El distinguido ingeniero mecánico Withworth ha propuesto algunas variaciones, que se concentran más particularmente al sistema de rayas y de proyectil. El cañón de 120, llamado también de 130 y 150, con el cual se han arrojado proyectiles Withworth, ha sido fabricado con sujeción a los planos Armstrong, a excepción del tubo interno, que era una pieza de hierro forjado, maciza y barrenada después, teniendo un peso total la pieza de 16.000 libras=7.536,400 kilogramos. El fabricado por Withworth, es de 7 pulgadas y mucho más ligero, no pesaba más de 6 toneladas.
Los rasgos característicos que distinguen este sistema del Armstrong, que difieren esencialmente en los distintos órdenes que estos constituyen en los métodos empleados para su elaboración, unión y colocación en la manera con que se verifica el cierre de la culata; y por último, en la distribución de los materiales y en su disposición para resistir a los esfuerzos tangenciales y longitudinales.
Cañones Blakely.-
Se le atribuye en Inglaterra al capitán Blakely haber sido el primero en proyectar y demostrar matemáticamente la ventaja de reforzar los cañones con zunchos colocados bajo una tensión inicial determinada, como asimismo el haber propuesto que los tubos concéntricos, teniendo diverso grado de elasticidad, sea mayor la del interior, que ha de soportar un esfuerzo más considerable. Los dos principios aplicados convenientemente conducen a que la totalidad del espesor de la pieza sufra la misma tensión inicial en el momento del tiro, siendo la base bajo la que ha construido sus cañones. Estos son de acero o hierro colado, reforzados con zunchos de acero. El cañón rayado de 9 pulgadas (22,8 centímetros), está compuesto de un tubo o alma de acero común envuelto por otro de acero más fino, sobre el cual coloca un manguito de hierro colado que lleva los muñones. El peso de esta pieza es de 11,5 toneladas (11.685 kilogramos).
Cañones Vavasseur.-
Vavasseur ha reemplazado a Blakely en la fabricación de cañones y objetos del material de artillería. Partidario exclusivo del acero como metal de cañones, lo emplea en sus construcciones valiéndose asimismo de sunchos o manguitos, también de acero fundido para reforzar las bocas de fuego. El acero que usa es de la casa Firth de Sheffield, cuyos productos por sus condiciones excelentes han adquirido una justa y merecida reputación. La bondad del material y los potentes medios mecánicos de que puede disponer colocan a Vavasseur en un puesto honroso entre los principales constructores. La innovación más importante que ha introducido en la fabricación de cañones es el rayado. Las estrías o rayas profundas las ha reemplazado por filetes salientes que, formando hélice y en número de tres, ocupan la extensión correspondiente del ánima. Como consecuencia de esto llevan los proyectiles tres ranuras o canales de la misma inclinación que aquellos en lugar de los tetones o demás medios expansivos adoptados en los proyectiles prolongados para producir la rotación. El cañón de más calibre construido por Vavasseur ha sido de 7 pulgadas (177,8 milímetros), siendo su peso de 5.131 kilogramos y 52 kilogramos el del proyectil.
Cañones Parrot.-
Estos cañones son de hierro colado, fundidos por el sistema Rodman, algo aligerados de metales, rayados y con un refuerzo o manguito de hierro forjado sobre la parte correspondiente a la recamara. El cañón de a 100, cuyo calibre es aproximadamente igual al de 16 centímetros nuestro, lo montan algunos buques y sirve también para plaza y costa; su peso es de 9.000 libras (4.082 kilogramos); tiene nueve rayas de inclinación progresiva, siendo de cero grados en la recamara y su proyectil cilindro-ojival y pesa 100 libras (45 kilogramos). En la fundición de los cañones Parrot, entran tres hierros de primera fusión y de distintas procedencias; la densidad del producto es 7,62, y la tenacidad de 23 kilogramos por milímetro cuadrado.
La barra de hierro forjado para la construcción del manquito es de sección rectangular antes de formar el tirabuzón, y trapezoidal después de formado, dejando un hueco o espacio entre los cantos de los lados menores, que se cierra después al forjarla, sucediendo lo inverso precisamente que en el sistema seguido por Armstrong.
Cañones Krupp.-
Los cañones de acero dulce fabricados en Prusia en el grandioso establecimiento de Krupp, son sin duda alguna de los más notables, en consideración a las masas solidas producidas para la fabricación de cañones de una sola pieza de crecidas dimensiones y calibres; Krupp ha hecho un crecido número de cañones de acero macizo para Rusia. El cañón de 9 pulgadas que pesa 18.480 libras, es uno de estos, habiéndose fabricado también calibres menores y mayores, entre los que figuran de 11 y 15 pulgadas. El de 8 pulgadas, es como parece en la figura, un tubo o cañón de acero, sobre el que se coloca un manguito de hierro colado. Dicho manguito no está en contacto con el tubo interior, y no es por lo tanto un refuerzo, ni tiene más objeto que el aumentar su peso. Este cañón reventó en Woolwich con una carga de 25 libras de pólvora y una bala de 250 libras.
Cañones Rodman.-
La elección de los hierros de primera fusión al carbón vegetal destinados a la fabricación de cañones, ha sido siempre de preferente atención para los americanos, juzgando que de ésta y del procedimiento que se emplee al fabricarlos, depende en gran parte la bondad y resistencia de aquellos. La fundición en hueco era el sistema aplicado a las antiguas bocas de fuego, que fue reemplazado por la fundición en solido cuando los adelantos mecánicos y metalúrgicos facilitaron los medios de introducir esta variación tan ventajosa y eficaz. El volver a las fundiciones en hueco viene a constituir un procedimiento enteramente diferente debido al mayor Rodman. Los cañones Rodman de ánima lisa en comparación con el de las inglesas rayadas, se propone la innovación en las piezas de a 10, 13 y 15 pulgadas disminuyendo el calibre y dejándolas reducidas a los de 8, 10 y 12 pulgadas respectivamente.
Cañones Ames.-
Los cañones de hierro forjado de Ames, están compuestos de una serie de discos y anillos, soldados entre sí por sus respectivas bases. Los anillos, se forman de otros tres concéntricos, que con toda exactitud se tornean y ajustan, sobresaliendo algún tanto el interior, para que no falte la soldadura en toda la extensión del ánima. Los discos constituyen también el cascabel y culata, y se empieza por el primero la operación hasta llegar a la boca. Uno de los anillos lleva los muñones, y concluida la pieza, se barrena y tornea, dejándola a las dimensiones que le corresponda. Algunos de los cañones construidos de esta manera han sido probados en el arsenal de Washington, y se han obtenido, según dicen, excelentes resultados, siendo de extrañar no se haya persistido en las experiencias, por más que aquellos sean muy costosos, como es fácil imaginar.
Cañones de hierro colado españoles.-
En la necesidad de reforzar nuestra artillería, se empezó, a imitación de lo hecho en Francia, por zunchar y rayar algunos de nuestros antiguos cañones de 16 centímetros, que no dieron en las pruebas a que se sometieron los mejores resultados. Se procedió a variar el trazado, o mejor dicho, a proyectar nuevas piezas apareciendo con este motivo los cañones de 16 centímetros rayados y zunchados, números 1, 2 y 3, de nuevo modelo. Se fundieron y probaron en la fábrica de Trubia, habiendo resistido algunos hasta 1.366 disparos con carga de 3,5 kilogramos de pólvora y proyectil cilíndrico-ojival de 29,5 kilogramos. Como consecuencia de las pruebas verificadas con esta clase de artillería, fueron aprobados los referidos cañones para el servicio de tierra, y aun el último, es decir el de 16 centímetros, número 3, pasó también, aunque con el carácter interino, a formar parte de las piezas destinadas al servicio de Marina. La raya de estos cañones, es de inclinación constante, siendo en número de tres, y su sección de base excéntrica, reduciéndose mucho la superficie de carga, con el objeto de facilitar la operación de cargar.
Cañones Rivera.-
El cañón de 20 centímetros número 2, proyecto del general Rivera, de artillería de la Armada, ha sido y es una de las buenas piezas que ha tenido por algunos años en servicio nuestra Marina. Sus buenos alcances y un peso moderado que, sin perjudicar notablemente a su montaje de madera, facilita su servicio, han contribuido a la predilección con que se ha mirado esta boca de fuego, que forma parte del artillado de nuestros buques, sin haber desmerecido masque en su aplicación para batir las corazas.
Su escaso efecto contra éstas ha motivado se haya dispuesto su transformación al sistema Palliser, rayándola y reduciéndola al calibre de 16 centímetros, habiendo ofrecido, como era de esperar, un satisfactorio resultado.
Cañones Barrios.-
Probada la impotencia contra los buques blindados, tanto de los cañones de 20 centímetros como los rayados de 16, en las experiencias que en el año 1.861 se hicieron por el Cuerpo de Artillería de Marina en las playas de Torregorda, departamento de Cádiz, se propuso los cañones de 28 y 22 centímetros, lisos y zunchados. La artillería del ejército verificó en la dehesa de los Carabancheles algunas experiencias con el cañón de 28 centímetros, y los resultados obtenidos contra las planchas alentaron al Coronel de Artillería Don Candido Barrios, que propuso entonces el cañón de 28 centímetros largo, como más a propósito para la defensa de las costas, y fueron aprobados como reglamentarios por la artillería del ejército los cañones de 28 centímetros largo y corto, aplicándolos al servicio de las costas. En la Marina se aprobaron igualmente, aunque con posterioridad, los cañones de 28 centímetros corto, y el de 22 centímetros para el artillado de nuestros buques de guerra.
Barrios, que propuso entonces el cañón de 28 centímetros largo, como más a propósito para la defensa de las costas, y fueron aprobados como reglamentarios por la artillería del ejército los cañones de 28 centímetros largo y corto, aplicándolos al servicio de las costas. En la Marina se aprobaron igualmente, aunque con posterioridad, los cañones de 28 centímetros corto, y el de 22 centímetros para el artillado de nuestros buques de guerra.